La fiebre del oro. Repaso a la rivalidad entre Joventut y Barça en los 90
10/06/2024 03:13 AM
Si los ochenta fueron la explosión del baloncesto en España, los noventa, fueron su epílogo. Fueron años de fuerte rivalidad entre Barcelona y Joventut, en la que ambos jugaban por la hegemonía. Se repartieron 6 de las 10 ligas ACB disputadas de un decenio que sentaría las bases para el advenimiento del siglo XXI y la segunda edad dorada del baloncesto español.
En verano de 1990, el Barcelona hervía de deseo. Josep Lluís Núñez ansiaba la Copa de Europa de baloncesto, casi tanto como la de futbol. El Barça aún era virgen en su grandeza continental, tras casi tocar con los dedos la gloria europea en tres ocasiones y necesitaba saldar una cuenta que amenazaba en convertirse en una carga demasiado pesada. Pese ganar las cuatro últimas ACB consecutivas, esa ansiedad provocó profundos cambios, en un desembolso económico sin precedentes. Aíto Garcia Reneses pasó del banquillo a la dirección general y su puesto lo ocupó Bozidar Maljkovic, el cerebro de la Jugoplástika de Split, la bestia negra azulgrana. Además la Sección se hizo a precio de oro (200 millones de pesestas, el equivalente con el IPC a 3 millones de euros) con el jugador que debía marcar una época, el base del Joventut, José Montero. Era algo jamás visto en España hasta esa fecha. La efervescencia era tal que, incluso el club decidió trasladarse del Palau al Sant Jordi, uno de los iconos de la Barcelona Olímpica a la vuelta de la esquina.
En Badalona tampoco se quedaron cortos. El club presidido por aquel entonces por Lluís Conesa apostó por un entrenador emblemático en el Real Madrid, Lolo Sáinz. Sólo Pedro Ferrándiz había ganado más que él, tras 15 años en la Casa Blanca y también apostó fuerte por un producto 'made in Barça': Ferran Martínez cruzaba el río Besós tras no haber llegado a un acuerdo para su renovación. Las espadas estaban en todo lo alto. Ambos proyectos eran estructuras consolidadas, preparadas para vivir la madurez deportiva en los primeros años de la nueva década que empezaba. Fueron los años de madurez de Epi, Villacampa, Solozábal y los hermanos Jofresa, junto americanos que marcarían una época en sus respectivos equios como Audie Norris o Corney Thompson.
Manda la Penya
Los ochenta habían terminado con una final catalana, ganada por el Barça. Los verdinegros pedían revancha y con Lolo Sainz, la Penya desató un juego rápido y vivaz que le catapultó hasta el primer puesto de la clasificación. Aquella temporada todo cuajó en Badalona. Los nacionales eran un bloque de años de trabajo del baloncesto base, y la pareja de norteamericanos que había entrado por la puerta de atrás entre tanto ruido (Corney Thompson y Harold Pressley) eran el complemento perfecto. No hubo color. En los seis enfrentamientos directos entre ambos esa temporada, cinco cayeron del lado del Joventut, que sumaría la tercera liga de su historia. La imagen de Tomàs Jofresa robando la bola decisiva a Montero en el cuarto partido con el Sant Jordi de fondo pasó a la posteridad. El dominio verdinegro continuó la temporada siguiente. El Joventut hizo un esfuerzo para incorporar un hombre que había impresionado en Mälaga, Mike Smith y dio un salto de calidad. Podía competir en condiciones tanto en ACB como en la Liga Europea, donde ese año consiguió plantarse en la fatídica final de Estambul contra el Partizan de Djordjevic.
Además, el Barça se lo estaba poniendo fácil. El faraónico proyecto de la sección se desmoronaba por todas partes. La guerra Aíto-Maljkovic era total y el técnico serbio acabó despedido en otoño de 1991. "Aíto miente", sentenciaba el serbio en una durísima polémica por la operación de Andrés Jiménez. Además, Audie Norris pasó casi toda la temporada lesionado en el hombro y la plantilla no enganchó. Con apenas 5.000 espectadores de media en la primera parte de la temporada en un pabellón con capacidad para más de 15.000, el globo se pinchó. En un mal cruce de play-off, el Barça se las vió contra un Real Madrid que olió sangre y vapuleó a los azulgrana ya en cuartos de final (2-0). El segundo partido de la serie supondría, además, el final de la carrera de Nacho Solozábal tras 17 temporadas en el club. En la sección se instauró un ambiente terriblemente malo, especialmente con los medios de comunicación. Y la Copa de Europa seguía sin llegar.
La Penya, mientras, seguía a su aire. Esa temporada 91/92 era para el equipo badalonés un año de traslado del Ausiàs March al Olímpic de Badalona, a pocos meses del inicio de los Juegos. Pese a ser el mejor equipo de la Liga Regular, el equipo dirigido por Lolo Sainz tuvo que emplearse a fondo para plantarse de nuevo en la final, donde tuvo que aparecer la mejor versión de Mike Smith para derrotar a un Real Madrid que ya estaba plantando la semilla para las próximas temporadas. Los verdinegros ganarían en el quinto partido jugado en Badalona por 85 a 72, ante el delirio de 12.500 aficionados.
La rivalidad entre Barcelona y Joventut se mantuvo dos temporadas más, pero las ligas de 1993 y la siguiente se fueron a Madrid. Es la 'Era Sabonis' en la que los clubes catalanes tuvieron muy poco que hacer y que marca el inicio del ecuador de este relato. Porque si por algo de recuerda ese 1994, es por la primera Copa de Europa en Tel Aviv. Fue un hito inenarrable, algo mayúsculo para el club. Pero también, de consecuencias nefastas a largo plazo.
El colapso verdinegro
La Penya no podía seguir compitiendo económicamente con los equipos de futbol ni codearse con los grandes del Viejo Continente. Sólo retuvo cinco jugadores del equipo campeón de Europa, los fichajes fueron de tercer nivel y los jóvenes que subieron al primer equipo estaban muy verdes. Los resultados hablan por si solos: el equipo terminó la fase regular con balance negativo de victorias/derrotas por primera vez desde 1957 y quedó también fuera por primera vez de los play-off ACB. Para rematarlo, la Liga Europea fue un suplicio: 1-13 al final de la fase de grupos. En mayo de 1995, el presidente histórico Lluís Conesa abandonaría su cargo con una deuda de 435 millones de pesetas (hoy, unos 5 millones de euros), y con contratos en vigor imposibles de sostener. Para rematarlo, en 1997 se retira el gran capitán, Jordi Villacampa, quién poco después alcanzaría la presidencia del club. Empezaban años de travesía por el desierto, que se alargarían hasta la década siguiente con la explosión de Rudy Fernández.
El ave fénix
El Barça, mientras tanto, reculaba y empezaba su reconstrucción volviendo al Palau Blaugrana. La Liga de 1995 ante Unicaja supuso el enlace del pasado con el futuro azulgrana. El pasado, porque el quinto partido suponía la retirada del gran ídolo azulgrana, Juan Antonio San Epifanio, ante un público entregado. El futuro, porqué en esa segunda mitad de los noventa, debutarían cuatro jugadores clave en la historia de la sección: Roberto Dueñas, Rodrigo de la Fuente, Juan Carlos Navarro y Pau Gasol. Los dos primeros serían fundamentales en la Euroliga del 2003. El tercero, el jugador más importante en la historia de la sección. El cuarto, el jugador más importante en la historia del baloncesto en España.
Aun así, aquel Barça era desconocedor de su futuro y la ansiada Euroliga viviría unos cuantos episodios previos, algunos especialmente traumáticos como la Final de 1996 y el tapón ilegal de Stojan Vrankovic a José Montero. Aún herido por ese robo en París, la liga ganada por 3-0 ante el Caja San Fernando supo a muy poco. La desazón era enorme y aquello aún escuece a los seguidores más veteranos en el Palau.
En esa reconstrucción, el ‘soci’ buscaba referentes como los había tenido en épocas pasadas. «¿Quién es el nuevo Norris? ¿Quién es el nuevo Sibilio? ¿Quién es el nuevo Epi?» eran preguntas recuerrentes entre los abonados. Eso provocó que por el parqué azulgrana desfilaran jugadores de primerísima talla europea como Arturas Karnishovas, y sobre todo, Sasha Djordjevic.
El serbio aterrizó en la capital catalana después de los Juegos Olímpicos de Atlanta con un enorme cartel y la medalla de plata al cuello. Su salto a la NBA había sido fallido y tras esperar 16 partidos para debutar con Portland, aguantó sólo tres semanas más antes de coger las maletas y dejar PJ Carlesimo con la palabra en la boca. Su llegada a Barcelona fue un terremoto. «Venir aquí ha sido una de las mayores cotas de mi carrera», dijo el día de su presentación. Con Djordjevic, el Barça hizo su ‘three peat’ en la ACB de 1997 contra el Real Madrid de Bodiroga, ganando en el quinto partido jugado en el Palacio.
Jugador de fuerte carácter e indiscutible ganador, fue clave junto Derrick Alston para sumar la liga de 1999 contra el sorprendente Caja San Fernando de Andre Turner. Djordjevic añadió la Korac esa temporada a su palmarés en una remontada de ensueño ante Estudiantes. Pero tres títulos 'gordos' más haber sido el MVP del Eurobasket de 1997 en Catalunya no fueron suficientes para convencer al club catalán de su renovación, que dab a su ciclo por terminado. El Real Madrid vio clara la jugada, Scariolo llamó al serbio para llevárselo a Madrid y Sasha se sintió libre para cambiar de equipo.
Djordjevic ganaría la liga del 2000 con los blancos en el Palau Blaugrana, en un quinto y polémico partido. Pero ese ya sería el punto de partida de la década siguiente.
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